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Viajar en globo por la Garrotxa (Girona)

Volando sobre tierra de volcanes

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Actualizado: 13/11/2020

Fotografía: Rubén Campos

"Tierra áspera, rota y de mal pisar" es el significado catalán de la Garrotxa, una comarca gerundense que abarca desde la Costa Brava hasta el Pirinero, encerrando maravillas que distan mucho de la etimología de su nombre: pueblos medievales, casas de piedra que desafían la gravedad, ermitas y una abrumadora naturaleza. El globo es el medio perfecto para recorrerlas y dejarse seducir por su gran variedad de paisajes gobernados por volcanes.

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A cuatro kilómetros del pueblo medieval de Santa Pau, reposan sobre una explanada dos de los seis globos a punto de surcar el cielo del Parque Natural de la Garrotxa. Antonio Colom, uno de los pilotos y propietario de 'Vol de Coloms', cuenta que en 1992 decidieron emprender el vuelo movidos por el despertar turístico que empezaba a tener la zona.

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Los protagonistas del inminente ascenso observan con nerviosismo y entusiasmo la preparación del globo mientras disparan, una y otra vez, el botón de su cámara fotográfica. Tratar de retener las sensaciones previas a la aventura es parte ineludible de la experiencia. La adrenalina se intensifica cada vez que el quemador ruge para calentar las envolturas. En total 28 metros de diámetro por 32 de alto cada una para transportar una cesta y 12 pasajeros más el piloto. "La sensación de desplazamiento es nula, por lo que todo el mundo se siente seguro", garantiza Antonio, que para poder volar tuvo que sacarse una licencia realizando 300 horas de vuelo.

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Son las 7 de la mañana y aún preside la noche: viento calmado, atmósfera fría y tranquila. Es el momento idóneo para sobrevolar tierras volcánicas. La cesta se eleva ingrávida como si no pesaran los viajeros que transporta ni sus emociones. Un metro, doce, veinte… La altura va desvelando suaves y boscosas montañas que esconden volcanes en su interior. 40, 65, 80…

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El volcán del Croscat y el de Santa Margarita, con su fotogénica ermita coronando el cráter, son los primeros en aparecer. Al fondo el sol inicia también el vuelo sobre el mar mientras el globo continúa ascendiendo sobre leves colinas hasta alcanzar los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Las pequeñas montañas dan paso a otras más escarpadas y éstas a enormes picos nevados, los de los Pirineos.

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El cuerpo esférico avanza a 25 kilómetros por hora entre los caminos invisibles del cielo, pero su velocidad es imperceptible. Libertad, calma, silencio, aventura. Así debe sentirse un pájaro en comarca de volcanes, avistando sus mejores perspectivas con olor a salitre. A un lado el Pirineo nevado y al otro el Mediterráneo contagiando de azul panorámicas de 360 grados.

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Abajo, el río Fluviá zigzaguea entre arboledas hasta perderse en Sant Pere Pescador antes de desembocar en las Marismas del Ampurdán. Las maravillas de La Garrotxa van sucediéndose: Olot, el lago Bañolas, los pueblos medievales de Santa Pau y Besalú, el de Castellfollit de la Roca haciendo equilibrios imposibles… Incluso se identifican las islas Medas y el macizo de Montserrat.

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Entre los pasajeros desfila coca de chicharrones y cava rosado para brindar por aniversarios, cumpleaños y otras muchas excusas que merecen ser celebradas en las alturas. "Somos de Olot y siempre veíamos el globo desde tierra hasta que decidimos que teníamos que subir y, ¡qué mejor momento que nuestro aniversario!" cuentan Moisés y Rosa, que celebran sus 20 años de casados. "Al principio nos impresionaba, pero una vez arriba se respira calma y tranquilidad".

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El improvisado balcón de mimbre continúa flotando etéreo hacia campos payeses sin cultivos, donde Antonio enfría el aire de la tela para realizar un descenso que se percibe más lento de lo que realmente es. "El mantenimiento del globo es fundamental para garantizar la seguridad del vuelo: "hay que tener en cuenta el desgaste de las velas producido por el sol y por el aire caliente del interior.

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"Una vez al año, o cada 100 horas de vuelo, la empresa Ultramagic de Igualada –certificada por aviación civil y la que fabrica los globos– ejecuta la revisión", explica Antonio, que toma tierra de una forma casi tan delicada como la dejó dos horas antes. Kilómetros recorridos: 25 en línea recta que equivalen a 50 en coche.

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Una furgoneta espera para llevar el globo, reducido ya a un enorme trozo de tela, a casa y a los pasajeros a tomar un contundente desayuno a base de productos de la tierra: alubias de Santa Pau con butifarra a la brasa y ratafía. Con el estómago lleno y un diploma como prueba de la inolvidable hazaña, solo quedará recordar qué se siente mecido por el aire, allá sobre la Garrotxa.

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