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Las minas son de un tamaño tan espectacular que cabría la Catedral de Burgos.

Gallarta, "ruta gastrohistórica" y cuna de minería en Vizcaya

De las vetas de hierro a las alubias de La Arboleda

Actualizado: 08/11/2018

El Museo de la Minería del País Vasco, en Gallarta, y la subida a La Arboleda, antiguo poblado minero, forjaron el pasado industrial de Vizcaya y el sindical de todo un país. Sus mismos protagonistas quisieron dejar constancia y algunos hacen de cicerones por este interesante recorrido que recuerda un ayer no muy lejano en el que hasta los niños trabajaban en las minas, en unas excavaciones tan inmensas que albergaban señales de tráfico para caminos de gran tonelaje a 27 metros bajo el nivel del mar.
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Vizcaya construyó su pasado y presente industrial extrayendo de las entrañas de su tierra el mineral de hierro que forjó fortunas, industrias, altos hornos, astilleros, siderurgia o puertos y que, de alguna manera, se fusionó con la idiosincrasia de su pueblo. Tanto, que hasta su cultura, su gastronomía e incluso su deporte quedaron tiznados del óxido propio del mineral.

El antiguo 'mobiliario' combina con la parte más actual del municipio.
El antiguo 'mobiliario' combina con la parte más actual del municipio.

Como muestra, un ejemplo que nace de una posible leyenda: el salario de los mineros que trabajaban en las numerosas explotaciones dependía, al menos en parte, de la pureza del mineral extraído. Los ingenieros, muchos pertenecientes a empresas extranjeras y con el inglés como idioma madre y a menudo único, analizaban las diferentes partidas y establecían el porcentaje de hierro y escoria de cada una de ellas. Cuanto más se acercara el resultado a la pureza férrea, más cerca estaban de la denominación all iron (todo hierro) que traía consigo la paga extra.

En la parte exterior del museo podemos encontrar piezas de gran envergadura.
En la parte exterior del museo podemos encontrar piezas de gran envergadura.

Los trabajadores celebraban por todo lo alto el anuncio de all iron, cantándolo con su pronunciación literal, "alirón", y terminando la fiesta con un partido de fútbol, ese nuevo deporte que habían traído los jefes, en la "campa de los ingleses". Hoy es el día en el que la prensa deportiva, la generalista y el público común continúan usando la expresión "cantar el alirón" para referirse al campeón de la liga de fútbol. Y no solo de ese deporte.

La mina llega a 27 metros por debajo del nivel del mar.
La mina llega a 27 metros por debajo del nivel del mar.

La mina Concha, al otro lado del río

Un recorrido por el origen minero de Vizcaya nos lleva directamente a la margen izquierda del Nervión, al municipio de Gallarta, cuna de la minería de hierro, de los poblados de trabajadores a destajo, del nacimiento de la tradición sindical y localidad natal de luchadoras infatigables por los derechos de los trabajadores como Dolores Ibárruri, más conocida como La Pasionaria. El propio municipio de Gallarta ha ido variando su original asentamiento al dictado del encuentro de las diferentes vetas del mineral.

En Gallarta nació Dolores Ibárruri, que también cuenta con su rincón como homenaje en el museo.
En Gallarta nació Dolores Ibárruri, que también cuenta con su rincón como homenaje en el museo.

"La mina Concha 2 comenzó a explotarse en 1958, en la parte alta del antiguo pueblo de Gallarta. Más bien afectaba a un barrio de unos 7.000 habitantes de nombre Peñucas, donde nació La Pasionaria. Se encontró una buena veta de mineral de hierro y se decidió derribar todo el barrio. En 1986 se tiraron las últimas casas". Nuestro interlocutor en el recorrido por el museo, las minas adyacentes y la subida a La Arboleda vive las explicaciones con más pasión e interés que los propios visitantes.

Espectaculares vistas de la mina a cielo abierto.
Espectaculares vistas de la mina a cielo abierto.

"El museo tiene un origen y una realidad privada. Está montado por gente que tuvo algún tipo de relación con la minería y que veían que su historia se estaba perdiendo. Comenzaron a recuperar piezas hasta llenar un almacén cedido por el ayuntamiento, que dio pie a la constitución de la Fundación del Museo (aunque también recibimos alguna subvención). Una vez creado, la gente que tenía cosas de sus padres, abuelos... comenzó a donarlas. Todo se ha hecho progresivamente, con poquito dinero, mucho voluntariado y con mucho amor".

Muestras extraídas durante décadas de trabajo en la mina.
Muestras extraídas durante décadas de trabajo en la mina.

La visita propiamente dicha comienza al aire libre, justo enfrente del museo, en el mirador que nos enfrenta directamente con los restos de la mina Concha 2. El visitante se encuentra frente a un panorama de quitar el hipo, ante un socavón de proporciones colosales, una herida horadada en plena tierra vizcaína que la convierte en el punto a cielo abierto más profundo de la provincia, llegando hasta los 27 metros por debajo del nivel del mar.

La panorámica de la población desde las alturas.
La panorámica de la población desde las alturas.

Desde el imponente mirador observamos sus paredes a la vista, cubiertas del color rojizo de la siderita o carbonato, uno de los cuatro minerales de hierro de la zona y el menos rentable, cuya extracción no amerita el consiguiente movimiento de tantas toneladas de roca.

Antiguos útiles de primeros auxilios para los mineros.
Antiguos útiles de primeros auxilios para los mineros.

Contenedores de hierro que podrían albergar el San Mamés

Pero lo asombroso, y lo que desgraciadamente se encuentra oculto a las miradas de visitantes, curiosos o interesados, es lo que acontecía cuando la explotación a cielo abierto dejaba de ser rentable. Entonces comenzaba la extracción subterránea. Las proporciones de lo excavado son más impactantes que lo visto al aire libre, porque la mina Concha 2 consta de una red de galerías y cámaras de casi 50 kilómetros, muy alejada de la imagen de pasadizos angostos que hemos visto en otro tipo de minas.

Los carros mineros, al alcance de la mano.
Los carros mineros, al alcance de la mano.

Aquí, en las galerías, circulaban camiones de gran tonelaje y había señales de tráfico que regulaban el mismo. Y las cámaras, en las que propiamente se extraía el mineral, tienen un tamaño difícilmente imaginable. En la más grande podría albergarse el antiguo estadio de San Mamés o la Catedral de Burgos. Algún pequeño doblez a esas enormes infraestructuras las haría hábiles para ser introducidas en un espacio que desgraciadamente no está disponible para visitas por cuestiones de permisos, mantenimiento, legislación y, sobre todo, seguridad.

El museo está montado por personas que tuvieron alguna relación con la minería.
El museo está montado por personas que tuvieron alguna relación con la minería.

Con la impresión de las vistas y las cifras de la mina Concha 2 aún fresca, el museo en sí alberga otras gratas sorpresas. Es el caso de las dos imponentes maquetas que ayudan a comprender la omnipresencia minera y dan fe del origen voluntario de la mayoría de las piezas expuestas, ya que ambas fueron construidas manualmente y cedidas por José María Díaz Ramos.

La historia y lo actual conviven en este rincón de Vizcaya.
La historia y lo actual conviven en este rincón de Vizcaya.

La primera nos permite hacernos una idea de la situación original del barrio de Gallarta sobre la futura mina Concha 2, con su iglesia, ayuntamiento, frontón, lavadero o escuela y su desaparición a medida que se creaba la mina. La segunda maqueta nos muestra toda la margen izquierda del Nervión, la llamada zona minera. Unas pocas señales blancas nos muestran los nombres de los montes adyacentes, las de color rojo los municipios y las verdes, barrios o el nombre de las grandes empresas.

Un área de descanso en forma de parque completa la oferta turística.
Un área de descanso en forma de parque completa la oferta turística.

Sin embargo, todas quedan prácticamente opacadas por las señales negras, que responden cada una al nombre de una mina. Más de 200 se agolpan en un puñado de kilómetros cuadrados y la práctica mayoría de ellas ofrecen sus nombres femeninos, ya que según las versiones de la época era el recuerdo de las madres, esposas e hijas el que prevalecía. La maqueta muestra también la red de cables, tranvías aéreos o líneas de balde, auténticos telesillas para el transporte de canastos, así como las varias líneas de ferrocarriles, hoy desaparecidas o convertidas en vías verdes, que acercaban el mineral al borde de la ría, donde se encontraban los cargaderos que alimentaban los barcos que llevaban el preciado metal a su país de destino.

Plaza de la antigua Gallarta, actual Arboleda.
Plaza de la antigua Gallarta, actual Arboleda.

Cuando aquí los niños también trabajaban

También llama la atención la existencia de tres hospitales de importantes dimensiones para cubrir una zona no excesivamente extensa. Pero podemos imaginar que las condiciones de trabajo y la falta de medidas de seguridad estaban en el origen de continuos accidentes. Unas condiciones de trabajo y vida tan brutalmente deficientes que dieron origen a varias grandes huelgas entre finales del siglo XIX y principios del XX, a partir de las cuales los mineros comenzaron a unir sus esfuerzos para mejorar las condiciones. Hacinamiento en barracones insalubres, trabajo de niños a partir de los nueve años, durísimas labores manuales para las mujeres que, además, debían compaginar con sus tareas domésticas... dibujan un panorama que, desgraciadamente, hoy en día vemos aún en otros países donde el producto vale más que la vida del que lo produce.

Documentos que, de alguna manera, escribieron la historia de los mineros vascos.
Documentos que, de alguna manera, escribieron la historia de los mineros vascos.

La parte exterior del museo alberga, entre otra maquinaria, la colección de vagonetas de la época, la mayoría restauraciones de las originales, ninguna réplica, que los mineros debían cargar en un número de 15 por día, a destajo. Si no se alcanzaba la cifra, no se cobraba. Observarlas hoy en día, bajo el fresco sol de una mañana de otoño, traslada nuestros pensamientos a una época que nos parece muy lejana pero que tuvo lugar ayer mismo.

Carmelo, presidente y uno de los creadores del museo, bromea con los visitantes.
Carmelo, presidente y uno de los creadores del museo, bromea con los visitantes.

Así nos lo recuerda nuestro encuentro con Carmelo, presidente del museo y uno de los creadores del mismo. "Presidente igual que el Papa ese, emérito: mucho título pero poco mando", dice con curtida socarronería quien comenzó a trabajar en la mina cuando tenía 13 años. Todo lo explicado e imaginado durante la visita se materializa en la figura de Carmelo, mientras describe el funcionamiento de las primigenias ferrerías de monte, una de cuyas réplicas pondrán en marcha en las actividades y talleres que ofrecen los fines de semana.

Lo que antes era una lugar de trabajo duro se ha convertido en una zona de interés turístico.
Lo que antes era una lugar de trabajo duro se ha convertido en una zona de interés turístico.

Rumbo a La Arboleda, el poblado minero

Dejando atrás las instalaciones del antiguo matadero de Gallarta, hoy reconvertido en un museo con un valor histórico y cultural fuera de toda duda, nos desplazamos en coche hacia La Arboleda, una subida incluida en las varias visitas combinadas y guiadas propuestas por el museo. Este viejo poblado minero llegó a albergar una población de 3.000 almas para un parque de viviendas de unas escasas 80 unidades, lo que da una media de 37 personas por casa y una idea del hacinamiento de la época. Antes de llegar, paramos en las ruinas de unas viejas y gigantescas tolvas que clasificaban el material de acuerdo al tamaño de las rocas.

Réplica de la cocina de una de las casas-barracones, derruidas en 1986.
Réplica de la cocina de una de las casas-barracones, derruidas en 1986.

Llegar a La Arboleda tras visitar el museo es llegar con una idea y visión del origen y presente del poblado totalmente distinta. Allí, cerca de la coqueta plazuela central y con parroquianos apurando un aperitivo en terrazas regadas por el tímido sol de otoño, está una réplica de las antiguas barracones-casa de mineros, construidas en madera para poder desmontarse fácilmente en caso de descubrir que una nueva veta del omnipresente mineral pasaba bajo ellos.

Hasta 3.000 personas vivieron en un parque de no más de 80 viviendas.
Hasta 3.000 personas vivieron en un parque de no más de 80 viviendas.

Pero lo que da personalidad paisajística a La Arboleda son las tres antiguas minas hoy convertidas en lagos. Una vez clausurada su explotación, los lodos del fondo y las lluvias de la zona hicieron su trabajo, inundando las antiguas cavidades y dotando a la zona de un paisaje extraño pero hipnótico. Parkotxa, el Hostión y Blondis son lagos creados por la naturaleza sobre actuaciones artificiales como eran las propias minas que les otorgan una imagen como fantástica, propia de otros mundos. Entre ellos, senderos, merenderos al aire libre y praderas, donde el verde es el único color, ofrecen al paseante la posibilidad de sentirse senderista en un mundo que no es el nuestro pero con la belleza del ya conocido.

Antiguas minas convertidas en lagos.
Antiguas minas convertidas en lagos.

El funicular en dirección a las alubias

Una alternativa al coche para ascender o descender de La Arboleda es usar el funicular de Larreineta. Para romper la incomunicación de los mineros que vivían allí arriba y para evitar el encarecimiento desorbitado de los productos alimenticios y de primera necesidad, que se subían desde las poblaciones inferiores, se pensó en un funicular como los que ya funcionaban en Igeldo, en San Sebastián y en Artxanda, en Bilbao. Un sistema de transporte en el que el movimiento del vehículo no dependiera de la adherencia entre la rueda y el carril, sino que fuera arrastrado mediante un cable.

El funicular, una opción muy auténtica para terminar la visita.
El funicular, una opción muy auténtica para terminar la visita.

Así, los 1.200 metros de longitud y 342 metros de desnivel que separan la estación de La Escontrilla de la de Larreineta, a apenas un kilómetro paseando de la plaza de La Arboleda, no solo significaron una piedra esencial en el desarrollo de las condiciones de vida de aquellos mineros y de su poblado sino que, hoy en día, con más de 90 años de funcionamiento, sigue siendo el medio de transporte habitual para los lugareños y un aliciente turístico para los visitantes. Las viejas carrocerías originales, que llegaron a funcionar como plataformas de carga para el transporte de mercancías, fueron sustituidas en los años 80 por cabinas acondicionadas para pasajeros que, en diez minutos de viaje, unen las tierras altas y bajas.

En mitad de una pequeña plazoleta de la actual Arboleda se erige un trocito de historia.
En mitad de una pequeña plazoleta de la actual Arboleda se erige un trocito de historia.

Ya sea llegando en coche o utilizando el funicular, uno de los objetivos fundamentales de la visita a La Arboleda es disfrutar de su peculiar interés gastronómico. Porque hoy en día, todo el poblado es conocido por su oferta de cocido de alubias. Restaurantes como 'Zumaztieta', 'León XIII', el 'Bar Karmen', 'Etorkizuna', 'Zamarripa' o la clásica 'Casa Sabina' (parte del origen de toda la tradición de la zona), suelen presentar un atiborrado panorama los fines de semana, donde paseantes, senderistas, lugareños o turistas dan buena cuenta de unas alubias con merecida fama.

Maite deja cocer sus alubias unas cuatro horas antes de servirlas.
Maite deja cocer sus alubias unas cuatro horas antes de servirlas.

Optamos por una de las posibilidades más atractivas, visitar el 'Asador Maite', convertido por méritos propios en una de las paradas obligatorias del recorrido. Allí, la propia Maite, entre los fogones de su cocina, nos confiesa algo: "Es que la cocina no tiene secretos y las alubias tampoco. Hay que hacerlas despacio, sin más. En nuestras casas se han hecho siempre este tipo de cocidos. Depende de cómo sea la alubia, la echas a remojo o no, y luego la pones al fuego. Aquí la tenemos un mínimo de cuatro horas cociendo".

La fachada de 'Asador Maite', emblemático restaurante.
La fachada de 'Asador Maite', emblemático restaurante.

Reconoce que hay cosas que cueces aparte: "los chorizos, más tocino o más costilla, dependiendo de la gente que haya; además, siempre dejo algún pucherito sin nada de esto, porque ahora hay mucha gente que se cuida o que es vegetariana o vegana".

Pero más allá de las opciones alternativas, las alubias siempre suelen ir unidas a sus llamados sacramentos, a cuyo nombre objeta Maite: "Aquí siempre hemos dicho 'tropiezos'. No sé de dónde viene lo de sacramentos. La gente del pueblo, los lugareños, siempre hemos dicho que servimos las alubias con 'tropiezos' y berza", a lo que Néstor, el hijo de Maite, apostilla con sorna: "Aquí decimos 'tropiezos'. Los sacramentos son para la iglesia".

Las alubias con sus 'tropiezos', berza y vino Glorioso de 'Maite'.
Las alubias con sus 'tropiezos', berza y vino Glorioso de 'Maite'.

Maite tampoco sabe exactamente cuál fue el origen de la tradición de servir alubias en La Arboleda. "Mi ama me contó que seguramente fue cuando la hija se puso al frente de 'Casa Sabina'", que se asentó a principios de los años 80. Una fama atestiguada por los 40 kilos de alubias traídas de Guernica que prepara Maite durante un fin de semana. "Pero también ponemos chuletas, chuletones, bacalao... ¡No todos los días vas a comer alubias!".

El chocolate caliente como colofón a la tarta de galleta con crema pastelera y mermelada de melocotón.
El chocolate caliente como colofón a la tarta de galleta con crema pastelera y mermelada de melocotón.

Un vino con cuerpo, como la propuesta de un Glorioso, y unos postres caseros de los que puede sobresalir la tarta de galletas, con crema pastelera, mermelada de melocotón y chocolate caliente, pero a la que no desmerecen el pastel de arroz, el flan, las natillas, la tarta de queso o el queso de La Arboleda, ponen un exquisito punto y final a una jornada que ha maridado historia, senderismo, paisajes y la mejor gastronomía.

'MUSEO DE LA MINERÍA DEL PAÍS VASCO' - Bº Campodiego s/n. Gallarta, Bizkaia. Tel. 946 36 36 82.
'ASADOR MAITE' - Mamerto Allende, 9. La Arboleda, Bizkaia. Tel. 946 60 40 20.

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